El asesinato de la periodista rusa Anna Politkovskaya te transporta en el tiempo y ver el reportaje sobre la tragedia en la televisión, te hace revivir la crudeza de un país que avanza en pequeñas dosis y sin esperanzas en la inmensa mayoría de la gente. Sólo los millonarios de Rusia tienen esperanzas y quizás ni viven en el país porque se pueden permitir continuar enriqueciéndose y al mismo tiempo gozar de otro clima más soleado. La gente, sus rostros de impotencia y carencia de ilusión es seguramente el que te llevas de un país que de tan inmenso que es que no te permite ver la esperanza por ningún lugar. La impotencia es tanta que los mismos ciudadanos lo ha tienen asumida y conviven con ella. Y el vodka nunca será la solución: solo un consuelo. 
No todos los niños tienen la felicidad que se merecen. No todos los niños pueden aspirar al mundo que les abríamos de ofrecer. No todos los niños están bien alimentados, cuidados y tienen el amor necesario. Piensas en tu felicidad y te alientas. Pero si dejas de personalizar, es cuando tienes que coger aire, reclamar una calma mental absoluta y quedarte en blanco para asumir la cruda realidad de millones de niños que podríamos decir que tan sólo están a miles de kilómetros dentro este grran universo. El Planeta tampoco es tan grande pero tienes la sensación de que es inmenso cuando no sabes ni por dónde empezar cuando hay imágenes que te dejan a cero y te hacen sentir impotente, triste, desilusionado y sabes que tu rabia no te permite ni soñar. 
