El poder de una llamada

Tan sólo una llamda me ha emocionado. Porque de hecho hacía demasiado tiempo que no sabiamos nada los unos de los otros. Reconozco que, después de un buen rato, he colgado el teléfono con los ojos húmedos porque son demasiados recuerdos los que me caen encima al instante: sólo es una sensación mental la que siento pero al mismo tiempo me colpea duramente el cuerpo. No lo sé. Me cuesta describir tantos recuerdos después de casi un año. Por cierto, por Sant Jorge hará un año que iniavamos nuestro gran trajecto para ser uno mas. Des del 1 de mayo somos cuatro en la familia. Todo ha pasado demasiado rápido, pero las sensaciones són tan mágicas que explicarlas se me hace incluso extraño. En el fondo, mi espíritu me dice que tengo ganas de revivirlas y repetirlas. Estas vibraciones me fascinan y tú, tan sólo con tú llamada desde la distancia, has abierto la puerta que da paso a toda esta corriente de ilusiones, sueños, lágrimas, esperanzas, abrazos, felicidad y risas. ¡Que mas se puede pedir! Gracias por compartir emociones Josefina.

Emociones personales

He leído un cuento sencillo. Tan sólo hablaba de los valores de la familia, pero con los tiempos actuales supongo que esto ya es mucho. Me ha hecho entristecer, reir, pensar, soñar, reflexionar y aprender que, a veces, estamos cerca de nuestros hijos pero al mismo tiempo a demasiada distancia. Tenemos un exceso de cosas en que pensar y tareas que hacer antes que acercarnos tiernamente a su mundo y a sus interioridades. Y si, ya sé que cada vez cuesta más educar los hijos y que la sociedad tiene problemas de valores, pero es sensacional lo que sólo te puede llegar a transmitir un cuento si estas predispuedto a leerlo como si fueras un niño. Es más, el cuento no es para un adulto, pero lo he querido interiorizar con la inocencia de un niño. Y quizás sacarme de mi estado natural ya me ha servido para sentir la emoción de un niño delante de unos valores tan sólo humanos. ¿Qué fácil no? Pero al mismo tiempo que difícil es econtrar estos estados de ganas de desnudarnos de nuestra rutina y sentirnos niños. En definitiva, acercarnos al mundo de nuestros hijos, que tampoco cuesta tanto.

La convicción

Cada vez me encuentro a más gente molesta porque tienen que obtener el certificado de idoneidad para adoptar un hijo. Este proceso, sin previa información, es cierto que puede parecer innecesario y al mismo tiempo en según que comunidades españolas un gasto más del presupuesto. Y claro, la comparación es inevitable. ¿Si para tener un hijo biológico no se necesita ningún certificado, por qué sí para tenen un hijo adoptado? Pero sólo un árbol no nos puede dejar ver el bosque porque cualquier centro que facilite el certificado está preparado para asesorar, preparar y gestionar a todas la personas -parejas o no- que deseen adoptar. Por eso primero es necesario confiar en uno mismo y luego en los profesionales. Una vez has terminado este ciclo te das cuenta que los consejos también son útiles y necesarios para el futuro.

Vibraciones externas

Siempre tienes las esperanzas que las cosas salgan bién a las personals que hacen su proceso. No las puedes ayudar pero tan sólo con los ánimos ya estás demostrando que quieres que continuen su viaje hasta el final y que no se hundan nunca, ni tampoco se desmoralizen, ni tengan la sensación que no estan preparados. ¡Si lo mejor está por llegar!, comentas con una sonrisa, esperado transmitir unos deseos que no hace falta que vayan atados con el tiempo de espera. Confias que llegue el día que gozen de tu misma felicidad y que sabes que para ellos todo será muy lento mientras que para tí, des de la distancia, su final será muy rápido.

El mapa de los recuerdos

Por motivos profesionales, consulto el atlas en relación a un país de América del Sur. Pero siento la curiosidad de ir a ver el mapa de Rusia. Tengo la necesidad de hacerlo. ¡Tengo que ir a buscar Rusia! Y cuanto más ampliado vea el mapa, pues mejor. De hecho, ya me ha pasado otras veces pero ahora tengo ganas de explicarlo. Y cuando voy a hacerlo, a medida que voy pasando las páginas siento un feeling especial dentro de mi cuerpo difícil de explicar. No sabria ni por donde empezar porque todo es tan personal que tienes miedo de no saberlo describir. Sientes una emoción que te pesa, como si te aplastaran muy fuerte con una mano en el pecho.

Te quedas unos segundos pensando en todo y en nada, pero rápidamente te vas a aquella ciudad con el dedo y imaginas el rostro de tu hijo allí dentro. Aquella triste y pobre sala donde por primera vez viste entrar a tu hijo, envuelto con una manta, con mucha ropa y en brazos de una mujer. Aquella imagen es imborrable y siempre la verás en el mapa aunque no salga al lado de Moscú. Tú, tan sólo tú, sabes que está. I sólo tú la ves.

La mente te transporta

Es emocionante pensar que puede hacer tu hijo en estos momentos, cuando tu estás en el Primer Mundo y el está en el Tercer Mundo esperando sus primeros brazos paternales. Son contrastes difíciles de explicar y enseguida te viene a la mente la sensación de que cuando aquí no valoramos la abundancia allí desean tan solo la supervivencia. Es pot esto que la rabia te hace sentir impotente, ya que sabes que la sociedad vive, mayoritariamente, de espaldas a este mundo.

Los desequilibrios resulta que son necesarios para que una pequeña parte del Planeta viva con todo tipo de lujos, pero cuando tienes una parte de ti al otro lado de el mundo el vientre es lo primero que se te contrae y reclama a la parte del cuerpo que haga algo. Llegas a la conclusión que tenemos tanto y de todo que no sabemos valorarlo. Para hacerlo, no tendríamos que sufrir. Y aunque sólo sea por un momento pienses que tienes un hijo que te está esperando, es inevitable que te emociones y pienses que estamos obligados y condemnados a dejar un mundo mejor.

Las cosas pequeñas

Tengo un amigo con quién tuve la coincidencia de hablar sobre las pequeñas cosas. Él, por ejemplo, después de bastante tiempo aún tiene la tentación de mirar el mapa del tiempo en los periódicos o la televisión del país donde adoptó a su hijo. Es una curiosidad que a mí también me pasa y supongo que nos transporta en el tiempo. Por cierto, él (ellos) tienen un niño encantador. Fueron de los primeros en realizar una adopción en un país del Este y eso se les tiene que reconocer. Para mí tiene el doble de mérito, ya que no eran tiempos como los actuales y no había las facilidades que cada vez existen en este proceso. Por tanto, las conversaciones sobre las casualidades del destino hacen que no te sientas solo cada vez que pienses si "esto o aquello" sólo te pasa a tí. Las pequeñas cosas que son muy personales también tienen su grandeza y que, seguramente sin saberlo, también hay otras personas que se sienten lo mismo por tan poco. O por tanto, claro.

PD: Cada vez conocemos a más gente que se pone en contacto con nosotros para saber nuestro proceso. La confianza nos aporta felicidad y siempre sientes el miedo de no saberte explicar o no estar al nivel que quizás tu interlocutor desea. En todo caso, intentas corresponder a las espectativas creadas con la máxima ilusión.

La ilusión del reencuentro

Los reencuentros son momentos especiales y es evidente que los recuerdos van perdurando en el tiempo. Sobretodo, los más buenos, que són los más fáciles de recordar. Todo el mundo tiene los suyos guardados en la mente y, en según que momentos, con tan solo mirarte a los ojos ya sabes qué sensaciones uno ha experimentado en cada caso de su viaje tan personal. Los sentimientos són aún sensibles después de un año, aunque piensas que puesto en el tiempo tu trayecto ha sido muy corto. Compruebas incluso que quizás has avanzado demasiado rápido, pero cuando estás en pleno proceso, la lentitud te llega a ahogar y, en según que momentos, te llegas a desesperar.
Pero sabes que tienes que superar estas fases para continuar tu camino. En el fondo, tienes que admitir que la vida también requiere dificultades para valorar más tarde la grandeza de la recompensa. Y cuando es con otros viajeros, la ilusión se magnifica y es emocionante ver una gratitud compartida a la vida misma.

Transmisión de felicidad

La verdad es que te emociona en el interior hablar sobre las adopciones cuando alguién te hace la pregunta con timidez sobre tu experiencia. Ya sabes que probablemente se habrá planteado la posibilidad de realizar la adopción de un hijo. Los pasos mentales ya son una realidad. Sientes ilusión que has de compartir con cautela porque el camino es largo.
Es evidente que no personalizas durante la conversación y no entras en detalles porque cada experiencia es única, pero piensas sin decirlo: "¡Ojalá tenga la experiencia de su vida!". Después, cuando has finalizado la conversación y reflexionas en la intimidad sobre el tema, razonas: "¿Será cosa del destino?". Por qué siempre me viene a la mente esta pregunta?.